Perdida – Gillian Flynn | Rincón de Crítica Literaria

PerdidaSin lugar a dudas un bombazo. Cuando leí que Gillian Flynn fue la autora que logró destronar a E.L. James en los rankings gringos -y con una novela que no era de corte erótico-, me comían las manos por leer lo que había escrito. Y hacerlo fue una sorpresa gratificante. Primero porque, y aquí no tengo razones que me justifiquen, pensaba que me encontraría con una prosa similar a la de James, simplecita y digerible. Pero llega Flynn y arremete con una primera frase que te hace frenar en seco y releerla, porque es su primer golazo. Su “oye, tómame en serio”:

Así de simple. Y esto, amigos, no es más que el comienzo de un novelón psicológico que no te suelta. Porque mezcla lo que sabemos que funciona en el género del thriller, pero además -y aquí alabada sea Flynn- nos da con un balde de agua fría en la cara más de una vez a lo largo de la historia. Veamos, a grandes rasgos tenemos a Nick y Amy, que se disponen a celebrar su quinto aniversario de matrimonio cuando -sorpresa- Amy desaparece. Las pistas van implicando a Nick, quien además se muestra de un modo poco convencional. La policía duda, la gente duda y hasta los más cercanos comienzan a dudar. Dudas, dudas, dudas. Una perfecta dosificación de dudas y de información para mantenerte intrigado durante 568 páginas.

El libro se estructura en tres grandes partes: Chico pierde chica, chico conoce chica, chico recupera chica (o viceversa), y es esta estructura el gran acierto de Flynn, porque gracias a ella logramos adentrarnos en el universo de los personajes e interesarnos por todo lo que la autora tiene para entregarnos (¡que no es poco, créanme!). Con dos voces narrativas perfectamente logradas (Nick y Amy efectivamente son Nick y Amy, no sucedáneos de la narradora), Flynn nos regala un libro sobre las relaciones humanas. ¿Conoces a tu esposo? ¿A tu esposa? ¿Realmente crees que le conoces? Son preguntas fundamentales y que se responden sin mayor lucidez en la vida real, así que no está mal cuestionarse un poco. Un libro sobre la manipulación de los medios, sobre la asimetría de información, sobre cómo se puede moldear la opinión pública de formas tan básicas que llega a ser escalofriante.

Perdida es un libro sobre la pareja. Sobre los intereses, las necesidades, el abuso y la enfermedad, pero sobre todo, es un libro de cuestionamientos. Un libro que entretiene a la vez hace reflexionar sobre el comportamiento humano, lo que sin lugar a dudas lo convierte en un imperdible.

CITAS DEL LIBRO:Gillian Flynn

  • “¿En qué estás pensando, Amy?” La pregunta que más a menudo he repetido durante nuestro matrimonio, si bien nunca en voz alta, nunca a la única persona que habría podido responderla. Supongo que son preguntas que se ciernen como nubes de tormenta sobre todos los matrimonios: “¿Qué estás pensando? ¿Qué es lo que sientes? ¿Quién eres? ¿Qué nos hemos hecho el uno al otro? ¿Qué nos haremos?”.
  • Me noto intentando parecer encantadora y entonces me doy cuenta de que resulta evidente que estoy intentando parecer encantadora y entonces intento ser más encantadora aún para compensar el falso encanto y para entonces básicamente me he convertido en Liza Minnelli: bailando con mallas y lentejuelas, rogando tu amor. Hay un bombín, manos de jazz y muchos dientes.
  • Ninguna relación es perfecta, dicen. Ellas, que han aceptado el sexo por compromiso y los pedos nocturnos, que han cambiado la conversación por la tele, que creen que la capitulación conyugal -sí, cariños; está bien, cariño- es lo mismo que la concordia. Dame un hombre que tenga redaños, un hombre que plante cara a mis chorradas. (Pero que a la vez aprecie mis chorradas.) En cuialquier caso, no me hagas caer en una de esas relaciones que se pasan la vida chinchándose, disfrazando los insultos de bromas, poniendo los ojos en blanco y discutiendo “juguetonamente” delante de los amigos con la esperanza de ponerlos de su parte en una discusión que no podría importarles menos.
  • ¿Acaso no es esa la esencia de toda relación? ¿Ser conocida por el otro, ser comprendida? Él sí que lo pilla. Ella sí que lo pilla. ¿No es esa la frase mágica y sencilla?
  • Nada me molesta. A todo le encuentro el lado positivo, cada molestia transformada en una anécdota entretenida que contar a la hora de la cena. “Cariño, hoy he matado a un vagabundo… ¡Jajajaja! ¡Ah, cuánto nos divertimos!”.
  • Entonces despliego el pedazo de papel arrugado y veo una letra de mujer -Hannah- y un número de teléfono. Desearía que fuese como en el cine, un nombre ridículo, CanDee o Bambie, algo que pudiera tomarme a la guasa. Misti, con dos corazones sobre las íes. Pero es Hannah, una mujer real, presumiblemente como yo.
  • Es una era difícil en la que ser persona. Simplemente una persona real, auténtica, en vez de una colección de rasgos seleccionados a partir de una interminable galería de personajes. Y si todos interpretamos un papel, es imposible que exista nada semejante a un compañero del alma, porque lo que tenemos no son almas de verdad.
  • A la gente le encanta hablar y yo nunca he sido muy hablador. Mantengo un monólogo interno, pero las palabras a menudo no llegan a mis labios. Puede que piense: “Hoy estás muy guapa” pero por algún motivo no se me ocurre decirlo en voz alta. Mi madre hablaba, mi hermaba hablaba; yo había sido educado para escuchar. Así pues, quedarme sentado en el sofá completamente a solas, sin tener que hablar con nadie, era como un placer decadente.
  • Me había enamorado de Amy porque con ella podía ser la versión definitiva de Nick.
  • Su mente era basta y profunda y ya solo estar con ella me volvió más inteligente. Y más considerado y más activo y más vivo, casi eléctrico, porque para Amy el amor era como las drogas o el alcohol o el porno: no había techo.
  • Sabía que Amy no estaba muerta, pero también sabía que estaba tan lejos de mi alcance que bien podría estarlo. Era una esposa en tiempo pretérito.
  • Porque no se puede estar tan enamorados como lo estuvimos nosotros sin que ese amor te invada hasta el tuétano. Nuestro amor puede entrar en remisión, pero siempre sigue ahí, esperando para regresar. Como el cáncer más dulce del mundo.