En San Valentín, libros para enamorados y decepcionados

El día de San Valentín siempre suscita polémicas. Se dice que es una celebración excluyente porque hay personas que están solas, solteras, divorciadas, golpeadas por una relación desastrosa, enamoradas de alguien que, por supuesto, no les hace caso o en medio de una relación fría que solamente se enciende, de manera artificial y momentánea, en San Valentín.

También se dice que es mejor celebrar la amistad porque es un sentimiento más llevadero, más sosegado, menos lacerante y, por supuesto, porque las amigas y los amigos son las personas que quedan después de que alguien ha sufrido un desengaño amoroso o una traición, o porque son las únicas personas que están en ese momento previo al encuentro del amor, que puede darse en unos meses, en años o en décadas, o que puede no darse nunca y, entonces, con más razón, las amigas y los amigos son lo único que queda.

Cabe decir que a la mayor parte de los novios, enamorados, esposos, vaciles y parejas casuales, no les interesa mucho lo que se dice de esta fecha, de hecho les resbala. Ellos aprovechan esta celebración para encender la llama apagada, para concretar una relación que ambos esperan pero que no se atreven a aceptar, para tener relaciones sexuales con el pretexto de que la relación mejorará y se fortalecerá, para comer en un restaurante o en un sitio de comida que ambos disfruten, para regalarse cosas, etc.

Cada persona puede pensar y hacer lo que quiera; en este caso, cada pareja o cada persona sin pareja. Pero hablemos claro, a nadie le importa mucho celebrar la amistad por encima del amor, a menos que la persona no esté enamorada, ilusionada, o tenga esperanzas de encontrar a alguien que la saque de su terrible soledad. O que haya descubierto, en una epifanía muy común, que la amistad es la base del éxito.

El amor es más común que algunas necesidades básicas, a todos les pasó, les está pasando o les pasará. El amor deja marcas imborrables, desgracia la vida, permite vivir los momentos más hermosos y memorables, los más ridículos y desesperantes, en fin, el amor es EL AMOR. Es imperceptible, pero el amor y todo su séquito (el sexo, el vacile, el recuerdo, la traición, los celos) son los que rigen muchas veces la vida entera de las personas.

Así que, como homenaje a este sentimiento, la sección Libros de El Imperdible ha decidido recomendar algunos títulos, no muy concurridos, para los enamorados y para los que han sufrido sus estragos. Además, sería magnífico que algún lector aporte otro título y comente sobre su experiencia de lectura y la comparta. Las recomendaciones son:

La gaviota, de Juan García Ponce.- A este escritor mexicano se lo ha calificado como machista. A él le resbalaba la opinión de las feministas y decía que “la máxima calidad a la que puede aspirar la mujer es convertirse en objeto. Como objeto no se pertenece ni siquiera a sí misma y, simultáneamente, está abierta al uso y la contemplación”. Pero más allá de las polémicas, Juan García Ponce fue un escritor que plasmó, con depurado estilo, su obsesión por el erotismo y el amor. La mayoría de sus obras son complejas desde el punto de vista formal, pero en este cuento largo el mexicano nos entrega su estilo más delicioso y aborda uno de los sucesos más importantes de la vida: el primer beso y el primer atisbo del erotismo en el amor. La gaviota es un intenso relato, único, bello, sobre la pérdida de la “inocencia” y el ingreso en el amplio mundo del amor y en los reinos del cuerpo.

Elegías y Poemas de amor, de John Donne.- Dos libros llenos de poemas intensos en los que se celebra la promiscuidad, la carnalidad, pero también la fidelidad a la amada y el éxtasis que produce el enamoramiento. El paso del tiempo y los celos, el cuerpo de la amada y la audacia que se necesita para vivir el amor, son algunos de los motivos que están presentes en los poemas maravillosos de este gran escritor inglés. Las analogías que recorren los textos son magníficas y reveladoras para quien desee exaltar el cuerpo de la persona amada o el cambio de persona que sucede al final de cualquier relación amorosa.

Ladera Este, de Octavio Paz.- En la India, el poeta mexicano Octavio Paz encontró la materia de su segunda etapa poética. Allí tuvo lugar el suceso más importante de su vida después de su nacimiento: el matrimonio con la que sería su Esposa, su Musa, su Vida. En este libro confluyen la cosmovisión oriental, el tantrismo, el amor y el tiempo, entre otros motivos. El lector siente el éxtasis de la voz poética, la plenitud que exudan los versos y disfruta con los colores que flotan en el paisaje. Este libro es poesía pura.

La historia de Genji, de Murasaki Shikibu.- La novela más antigua escrita por una dama japonesa, es una monumental obra que narra los amores del príncipe Genji. La delicadeza y exquisitez de las descripciones del período Heian bastarían para leerla y disfrutarla. Pero hay más. Hay bellísimos poemas de amor y desamor, hay descripciones sugerentes y muy bellas del enamoramiento y los amantes. En esta novela está la vida entera.

La llama doble, de Octavio Paz.- La aparición de este libro fue uno de los sucesos más curiosos de la literatura. Un hombre de casi 80 años publicó un intenso libro sobre el amor. El único capaz de hacerlo fue y será Octavio Paz, enorme poeta, un semidiós. En este ensayo respaldado por las obras más importantes de la literatura, por su propia poesía y por el inmenso amor que sintió Paz hacia su esposa, el poeta mexicano reivindica al amor y lo coloca como el fuego vital, la única y maravillosa eternidad a la que puede acceder el ser humano.

Mal de amor, de Óscar Hahn.- Este libro fue prohibido durante la dictadura militar en Chile, porque supuestamente contenía una falta de respeto a la Virgen María en uno de sus poemas. Que la virgen me perdone, pero dicho poema, hay que decirlo, es uno de los más deliciosos y eróticos del libro. Esta obra es una lectura obligatoria para cualquier persona enamorada. Es una mirada lúcida, irónica, intensa y completa del conjunto de letras y momentos que conforman el alfabeto del amor, ese mundo lleno de símbolos y sostenido por dos personas en el que, si una falta, llega la sequía absoluta.

Donde habite el olvido, de Luis Cernuda.- Para Luis Cernuda el problema central estriba en la oposición entre la realidad y el deseo. Esta oposición está y permanece en las raíces del amor y es probable que lo condene al fracaso, a su final, al frío. Poemas bellos, intensos, desgarradores como una espada que ingresa en la carne y escritos con la sangre que el erizo del amor deja brotando. El lector siente lo que queda después del amor intenso: la nada absoluta. “No es el amor quien muere” –dice Cernuda–, “somos nosotros mismos”.

Poemas, de Li Ch’ing-Chao.- Esta poeta china es considerada como una de las más importantes de la poesía clásica de su país. Ella está a la altura de grandes figuras como Li Po, Tu Fu, Su Dongpo, entre otros, y vivió mientras se consumaba el final y la reconstrucción del Imperio Sung (1084-1151), es decir, una época de guerras y ocupación extranjera. Lejos de escribir una obra en la que la mujer es simple víctima del amor desdichado, la voz poética de los textos de Li es una mujer con voluntad propia, que ama y se sabe amada. La distancia involuntaria con el amado, la muerte y su relación con el amor, la inexistente diferencia entre lo carnal y lo espiritual, son algunos motivos de su obra poética. Poeta de la sobriedad y la sugerencia, del estilo refinado y las alusiones magistrales, Li Ch’ing-Chao no se embriaga a la manera occidental (como afirma Octavio Paz) sino que vive la experiencia de lo sagrado en el amor, vive todos sus placeres y contradicciones. En sus textos no hay celos ni recriminación, no hay dualidad platónica ni excesos, sino un lenguaje apasionado que traza la complejidad del sentimiento amoroso.