Fotos de Laura – Marcelo Leonart
Fotos de Laura marcó un antes y un después en mi vida. Y no porque la novela fuese sobresaliente o porque me pareciera un bodrio. Cuando comencé a leerla, mi familia era la de siempre. Cuando la terminé, estábamos incompletos, nos faltaba uno. Por eso digo que Fotos de Laura marcó mi vida, y lamentablemente con un recuerdo triste y oscuro.
Pero tengo que comentarlo, porque aunque mi cabeza estuviese en cualquier lado, traté de enfocarme y evadir esos días extraños y de ausencias en la obra de Marcelo Leonart, ganadora del Premio Revista de Libros 2011, una novela sumamente interesante sobre la cual quiero hacer un par de reflexiones, pero primero lo primero: Fotos de Laura trata sobre el regreso a Santiago de Martina, radicada en Barcelona, para visitar a su otrora compañera de departamento, Laura, quien se encuentra enferma e inconsciente. Durante las dos semanas que Martina decide permanecer en Santiago, se hospeda en la casa que tiempo atrás compartió con su amiga, rememorando un sinfín de recuerdos sobre los motivos que le hicieron partir. En esos días conoce a Caetano, quien se presenta como el último amante de Laura, con quien forja una amistad revestida de secretos y silencios. Y son estos silencios los que introducen a Manuela y Alicia en la historia y en la vida de Martina, madre e hija, vecinas, separadas por una pared y nada más.
Si tuviese que describir la novela en solo una palabra, esta sería “entendimiento”. Entendimiento del propio ser, de la propia historia. Comprensión, introspección, aceptación, todo a través de fotografías. Martina y Laura fueron grandes amigas, espejos, una reflejo de la otra, ¿pero puede uno confundir su propio ser, su propia historia, con la de otra alma? Leonart juega con este cuestionamiento de modo magistral. ¿Quién es quién? ¿Acaso mi historia no es la de todos? Preguntas interesantes, sin lugar a dudas. Con una prosa que no puede dejar de recordarme al estilo lúcido de Andrea Jeftanovic, Leonart nos invita a descubrir quién es quién dentro de una historia que envuelve y acaricia.
Fotos de Laura es una obra que juega con los sentidos. Las fotografías, los sonidos de al lado, todo es un estímulo para entender qué es lo que está sucediendo, por qué Martina no quiere estar donde está y, sobre todo, quién es Martina para Laura y viceversa. ¿Fueron amigas, pareja o acaso simplemente compañeras? ¿Cuáles son los límites del abandono? ¿La traición, acaso? Solo con el pasar de las páginas lo sabremos.
CITAS DEL LIBRO:
- Sin Laura para lucirlos, esos vestidos estaban tan muertos como la mano fría que Silvia me había obligado a sostener en esa pieza con olor a lavanda y resignación.
- Se toman fotos para recordar, porque se desconfía de la memoria, porque sabemos lo débil que es, lo indolente o mentirosa que se vuelve con los años y la experiencia. Se toman fotos porque creemos que prueban algo de lo que sin ellas no estaríamos seguros, porque imaginamos que son fijas e irrefutables (al contrario de los recuerdos, que son tan frágiles y cambiantes), y porque creemos que viéndolas -reviviendo el instante- todo el resto seguirá intacto, el momento previo y el que vendrá. La vida pasa de largo, eso es lo que pensamos, pero si la tenemos a mano (y guardar fotos sirve para eso, para tener la vida a mano) es como si la viviéramos entera de nuevo. Pero siempre con las mismas imágenes, con las mismas risas (las fotos hay que sacarlas riéndose, para creer, cuando aparecen, que hemos tenido una vida feliz; porque de eso se trata, convencernos de que hicimos con ella lo que se debía, que no la hemos desperdiciado).
- Cuando uno se va de un sitio, es como si la vida ahí se detuviera, como si realmente no pasara nada en nuestra ausencia. A veces es un alivio pensar que las cosas puedan ser así.
- ¿La rabia en la maleta? No, Manuela, la rabia no se echa en la maleta, ella no tiene necesidad de encontrar sitio entre tus vestidos y tus calzones. La rabia consigue pasajes más baratos, alguna oferta de último minuto y se va contigo, en el asiento de al lado.
- Buena o mala, la vida hay que vivirla como si al final tuviésemos que contarla.
- Cuando el pasado es una carga, mejor inventarlo.