Entra en mi vida – Clara Sánchez

Sin ánimo de comparar, no puedo evitar que se venga a mi cabeza Kate Morton cuando pienso en Entra en mi vida, de Clara Sánchez. El ritmo, las intrigas familiares, hay algo allí escondido que se asemeja, pero no iguala al estilo de la australiana conocida por títulos como El jardín olvidado o La casa de Riverton. Sánchez deleita con esta novela, que ya esperábamos fuese un suceso como la anterior, Lo que esconde tu nombre, y vamos que sabe cómo hacer de una historia un éxito

Aquí nos encontramos de todo, desde esa intriga familiar que particularmente adoro, pasando por un sarcasmo divino hasta dar con una crítica a la sociedad actual, a la corrupción, a lo que se hace y no se ve. En esta novela tenemos una mirada lúcida -y a ratos conmovedora- del tráfico de niños, un tema delicado y lleno de posibilidades literarias. En el caso de Sánchez nos adentramos en el mundo de Betty, una mujer depresiva que cree que su hija no murió al nacer, a diferencia de lo que le dijeron cuando dio a luz. Es así que vemos su lucha contra quienes la creen loca, marcando la vida de su hija Verónica, -su otra hija, vale decir-, quien se empapa de esta energía y ve en su madre los vestigios de una mujer sana, lo que le da las fuerzas necesarias para encontrar los medios necesarios que prueben que esta niña, viva o muerta, existió. Aquí vemos una lucha paralela de ambas mujeres por descubrir la verdad, haciendo lo imposible para que la otra no se entere, porque supuestamente Verónica no sabe nada sobre la supuesta existencia de su hermana. Poco a poco vamos desenrredando las telarañas del pasado y llegando a conclusiones gracias a las pistas que Sánchez nos va entregando -algunas veces con sutileza, muchas otras sin tanta- hasta dar con la verdad.

La historia es entretenida e invasiva, en el sentido de que te adentras en ella y ya no puedes salir, quieres saber qué demonios fue lo que pasó con esa tal Laura, con esa tal hija muerta, con esa tal hija perdida. Debo destacar el personaje de Ana, a mi gusto uno de los mejores del libro junto con la Vampiresa -un tanto similares, pero por lejos los más potentes-, además de Lilí, una anciana sumamente controladora y que perfectamente podría representar a la madrastra de Blancanieves si se lo pidieran. A mi gusto los detectives no eran un aporte en la historia y sin ellos el personaje de Verónica podría haberse ido fortaleciendo a medida que pasaba el tiempo en lugar de ir a consultarles sin tener respuestas, pero bueno, son percepciones. Otro punto en contra es la aparición de un par de desafortunadas contradicciones, como cuando en un comienzo se nos dice que Laura apenas había cruzado palabra con su prima Carol, una famosa actriz, y a medida que avanzamos en la novela descubrimos que a lo menos había sido cómplice de dos grandes hitos de la vida de la celebridad.

De todas formas, Entra en mi vida es una novela que vale la pena leer. Es de esos libros refrescantes, con una historia que te hace pensar, te llena de conjeturas y que, sobre todas las cosas, entretiene a más no poder.

CITAS DEL LIBRO:

  • Y había un momento en que el perro, Gus, me miraba de una manera más intensa que cualquier ser humano. Al fin y al cabo, eran ojos. Ojos de perro y ojos de persona, pero ojos hechos para mirarse y entenderse.
  • Todo tiene que ver con el amor. El amor es nuestra maldición. Nos hace felices, nos esclaviza, nos corrompe, nos enseña a odiar. Todo se hace o no se hace por amor. Parece algo bueno, pero de verdad te digo que si no existiese el amor no habría guerras.
  • Siempre había creído que era respeto y un amor grandioso, pero acababa de descubrir en mi cabeza embotada que sobre todo era miedo. Cuántas veces el amor es miedo y el miedo es amor.
  • Desde este momento, siempre que quisiera vencer todos los obstáculos, vencerme a mí misma y sentirme poderosa sobre los demás, tendría que odiar. Era el camino más corto. Ahora comprendía por qué en las guerras algunas personas eran capaces de ser tan valientes. Por odio.
  • Me encontraba bien con Valentín, me sentía en paz, puede que no fuese el hombre de mi vida, pero desde luego era el hombre de esta vida, ahora mismo.
  • María se puso en cuclillas y se dedicó a observarla un rato. La cara arrugada, los ojos duros, prácticos, la boca áspera. Había acabado pareciéndose a sus actos.