La catedral del mar – Ildefonso Falcones
La ópera prima de Ildefonso Falcones encanta. A mi mente se vienen libros como Cien años de soledad y La casa de los espíritus, ambos con tramas generacionales bien cuidadas. La catedral del mar es un libro sobre Barcelona; su historia está retratada de una manera épica en las más de 600 páginas que componen el libro. A través de la construcción de La catedral de Santa María de la Mar vemos el paso de la historia de esta ciudad a través de los ojos de Arnau Estanyol, hijo de Bernat Estanyol, quien rescata a su hijo de una muerte segura. Ambos son siervos de la tierra en la Cataluña medieval que aspiran a la libertad en la Barcelona de aquel entonces.
Es así que vemos crecer a Arnau en una historia paralela a la construcción de la Catedral, conociendo personajes entrañables y realizando trabajos tan diversos como el de cambista o el de bastaixo. Vemos las injusticias de la época a través de sus ojos, anécdotas y sentires. Siempre devoto a la Virgen del Mar -desde el momento en que entendió que en su sonrisa podría encontrar el amor que no le brindó una madre ausente-, lo vemos conocer al pequeño Joan, que pronto se convertiría en más que un amigo y cuya historia es una de las más entrañables de las relatadas en la novela -su madre fue castigada por adulterios y castigada en una pequeña habitación de por vida, con tan solo un pequeño orificio por el cual sacaba a diario su mano para acariciar el cabello de su pequeño hijo.
Falcones logra transmitir la injusticia deliverada a través de este tipo de historias que traspasan las páginas y nos hacen pensar, desde la intolerancia hacia los judíos hasta los derechos de los nobles para yacer con las novias en su primera noche de matrimonio, pasando por la Inquisición y la divergencia de los estratos sociales. Los personajes están bien logrados, de los cuales no puedo dejar de destacar al mismo Joan, que con el tiempo nos da más de una sorpresa, a Aledis, una muchacha obsesionada con Arnau que llega a lo inimaginable para estar a su lado e Isabel, baronesa que hace la vida imposible a Bernat y Arnau, marcando a este último de por vida. Mención aparte a Francesca, madre de Arnau.
La catedral del mar es una historia llena de intrigas, traiciones, pasiones y venganzas. Todo se mezcla y encaja sin necesidad de forzar nada. Lo único que me pasó -pero ojo, que esto es solo porque nada es perfecto- es que algunos diálogos me parecieron sobrecargados de historia pura, en los cuales claramente el autor buscaba internalizarnos más aún sobre el contexto de la Barcelona medieval.
Nada más que decir. La catedral del mar es un imperdible.
CITAS DEL LIBRO:
- Bernat, nunca te fíes de quienes dicen servir a Dios. Te hablarán con serenidad y buenas palabras, tan cultas que no alcanzarás a entenderlas. Tratarán de convencerte con argumentos que solo ellos saben hilvanar hasta adueñarse de tu razón y tu conciencia. Se presentarán a ti como hombres bondadosos que dirán querer salvarnos del mal y de la tentación, pero en realidad su opinión sobre nosotros está escrita y todos ellos, como soldados de Cristo que se llaman, siguen con fidelidad aquello que está en los libros. Sus palabras son excusas y sus razones idénticas a las que tú podrías darle a un mocoso.
- Pues bien, Arnau, no sé si será el mejor templo del mundo. Lo que te aseguro es que será único, y lo único no es ni mejor ni peor, es simplemente eso: único.
- Pues porque las mujeres son como aire en movimiento, vaporosas. No cesan de ir de un lado para otro como si fueran corrientes de aire. En segundo lugar, porque las mujeres, por naturaleza, por creación, tienen poco sentido común y en consecuencia no existe freno a su malicia natural.
- El que ama a su mujer se ama a sí mismo.
- ¿Cuánto debía ofrecerse por la vida de un hombre? ¿Y por la de toda una comunidad? Arnau había negociado con todo tipo de mercaderías, conocía el precio de los esclavos, pero ¿cuánto valía un amigo?
- Calla. No existe el pasado. No hay nada que perdonar. Empecemos a vivir desde hoy. Mira, el mar. El mar no sabe nada del pasado. Ahí está. Nunca nos pedirá explicaciones. Las estrellas, la luna, ahí están y siguen iluminándonos, brillan para nosotros. ¿Qué les importa a ellas lo que haya podido suceder? Nos acompañan y son felices por ello; ¿las ves brillar?. Titilan en el cielo; ¿lo harían si les importara?