Casa de niebla – María Luisa Bombal

Casa de NieblaCasa de niebla se publicó originalmente hace 65 años por la editorial Farrar, Straus & Giroux, bajo el título de House of mist, y creo que, honestamente, nunca debió ser traducido. Entiendo el fenómeno Bombal. Disfruté de La última niebla y La amortajada, también de cuentos tan maravillosos como lo son El árbol o La historia de María Griselda. Entiendo que la película con Blanca Levín en la piel de nuestra heroína nos haya puesto los pelos de punta y a más de alguno le haya hecho correr a la librería a comprar las obras completas de la autora. Entiendo también la oportunidad que vio la Editorial de la Universidad Católica para, por fin y de una vez por todas, terminar el trabajo de traducción de House of mist. Les prometo que entiendo todo lo anterior, lo que no me cabe en la cabeza es cómo Bombal se sometió al mercado anglosajón con una novela de este calibre. No, no, no. No lo entiendo ni quiero entenderlo. Porque para mi Bombal es eso: Bombal. Un referente, no una más. Y House of mist convierte un clásico, una grandísima novela, en un artificio comercial sin ton ni son.


Partamos por el prólogo. Para mí hay dos tipos de prólogos: los que se escriben porque la obra lo merece y los que se escriben como una disculpas de antemano. Y aquí la traductora, Lucía Guerra, nos deja en claro que Casa de niebla es un intento de Bombal por entrar al mercado norteamericano, donde las dueñas de casa de clase media exigían novelitas de larga duración. Y los que hemos leído a Bombal sabemos que ninguna de sus obras, a mi gusto todas fascinantes, cumplía con el requisito mínimo de la extensión. Así que he aquí el resultado de un experimento de desentenderse del concepto de economía del lenguaje y dar rienda suelta a una sarta de situaciones que lees y piensas: “¿Por qué lo tradujeron? ¿Por qué no quedarnos con las imágenes de las otras, las verdaderas obras, las que no eran por encargo? ¿Por qué ceder a esto de la entretención masiva?”. A lo hecho, pecho: Bombal cedió a las presiones de Farrar, Straus & Giroux, teniendo como resultado un libro cinco veces más extenso y con bastantes modificaciones argumentales. Lo anterior también se debe, en parte, a las influencias cinematográficas de la autora -en su estancia en Estados Unidos trabajó en doblajes y algunos guiones de cine-, las que se ven reflejadas en los diálogos de los personajes, además de la técnica del flashback.


Ahora, respecto a la historia. Daniel y Helga son vecinos, ambos niños huérfanos. Ella vive en un mundo de sueños, derivado de los cuentos de hadas que ha leído una y otra vez. Con el pasar de los años, Daniel se casa con la prima de Helga, quien al poco tiempo muere ahogada en una laguna. Entonces Daniel decide desposar a Helga, quien ha estado enamorada de su amigo desde que eran pequeños. La hermana de Daniel invitará a Helga a un baile, donde la protagonista vivirá una aventura que le cambiará la vida.


Así podríamos seguir con anécdotas intrascendentes que hacen que la novela efectivamente sume más de 200 páginas, pero que, sin lugar a dudas, no fueron un aporte al prestigio que Bombal ya tenía en la década de los cuarenta.


Casa de niebla, tarde o temprano, tenía que ver la luz en la lengua materna de su autora. Era una necesidad. Se agradece que la traductora haya sabido mantener el lirísmo que caracterizó la prosa de Bombal, tanto en las historias trascendentes como en esta, la más comercial de sus novelas. Parte de la estrategia de marketing de unos pocos, pero a fin de cuentas un deber ser de la industria editorial chilena.


CITAS DEL LIBRO:María Luisa Bombal



  • Teresa no sabía nada, salvo tocar el piano y ser hermosa. Y yo, de alguna manera, sentía que ser hermosa podía ser la única labor que Dios les asignaba a ciertas personas; la belleza parecía ser una especie de mensaje o misión que Él les encargaba.


  • Mientras ella hablaba comprendí que vivir un gran amor , con sus alegrías y desdichas hasta la muerte, bien podía ser el destino asignado por Dios a ciertas personas.


  • La miré sin ser capaz de pronunciar una sola palabra porque me deslumbraba su extraordinaria belleza. Era más hermosa que cualquier recuerdo idealizado que tuviera de ella. Para describirla, toda comparación o imagen, incluso aquellas más excesivas o desgastadas por tanto uso, venían a los labios de la gente y hasta la expresión más trillada, en un milagro, recobraba su fuerza y significados originales.


  • La miré y ella me miró a mí. Tímida le sonreí y su rostro pareció contraerse de dolor. De pronto, noté que llevaba un pequeño ramo de azahares prendido a su vestido tan sencillo como el mío. Y entonces me di cuenta de que esa pobre criatura mirándome desde el fondo del espejo era yo misma.


  • Por la tristeza, por la poesía, por la fragilidad de tu belleza… Bebo por ti, Ebba Hansen -dijo mirándome a los ojos.


  • Lo único que sé es que sentí una extraña languidez que me llenaba el pecho de suspiros y del deseo abrasado de dejarme llevar por un gran amor.


  • Pero mamá, ¿acaso no hay gente también que solo vive para ver las cosas hermosas?