Cumbres borrascosas – Emily Brontë

Cumbres borrascosasQuerer reflexionar sobre Cumbres borrascosas es un ejemplo claro de hacer algo que quizás ya miles de personas hicieron antes que tú, pero me es inevitable: el libro llegó a mis manos en momentos de melancolía y tardé casi un mes en leerlo, rumiarlo y darle significado. Creo que es la primera vez que leo un clásico, de esos que vienen en tapa dura de cuero y con las letras doradas, de esos que pasan de generación en generación. Particularmente, no me llaman tanto la atención como las novelas contemporáneas, pero debía leerlo, más aún luego de investigar un poco sobre la autora. Porque no se puede hablar de Cumbres borrascosas sin mencionar la vida de su autora, Emily Brontë, o la de sus hermanas, también novelistas, Charlotte y Anne. Y es que sus vidas parecieran sacadas de otro clásico, uno escrito por un ser superior que dio vida a estas muchachas y les inventó un destino digno de ser narrado en prosa. Charlotte y Anne fueron exitosas en vida, mientras que la única obra de Emily, publicada en 1846, fue incomprendida durante muchos años.


Brontë fue una autora romántica -y con esto me refiero a que su escritura estaba marcada por las características del Romanticismo y no a otra cosa que el lector pudiese conjeturar-, lo que queda demostrado en Cumbres borrascosas al tener a la naturaleza ocupando un lugar, sino fundamental, muy importante dentro de la historia. La novela de Brontë fue publicada en plena época victoriana, donde la novela tendía a ser realista y con pretensiones sociales -por ejemplo, autores como Dickens y George Eliot-, de lo que se infiere el por qué una novela tan poco rígida, tan poco conservadora y tan poco moralista no tuviese el reconocimiento que merecía.


Dicho lo anterior, ya es sabido el impacto de Cumbres borrascosas en la actualidad. A la fecha, van siete versiones cinematográficas de la historia y un sinfín de referencias en otras novelas a lo largo de los años -Crepúsculo, Las horas distantes y El infierno de Gabriel, por mencionar algunos best sellers-. Y es que la historia es, tal como leí en algún sitio, como una matrioska, esas muñecas rusas que al abrirlas por la mitad, te sorprenden con otra muñeca similar que puedes volver a componer.


La historia, narrada por la criada de la casa, está ambientada en la Inglaterra victoriana. En ella se relata la relación entre Heatcliff, un niño vagabundo de Liverpool, con la adinerada Catherine Earshaw, hija del hombre que recoge a este muchacho de la calle para ofrecerle un hogar. Las diferencias sociales y culturales entre ambos adolescentes harán que, tras un par de sucesos inesperados, Heatcliff huya de Cumbres borrascosas para no regresar hasta tres años más tarde, ahora ya no como un huérfano-pseudo sirviente, sino que como un hombre adinerado y sediento de venganza, lleno de rencor hacia quienes lo dañaron. Es en ese entonces que Catherine descubre que su vida no será la misma, porque la persona a quien quiso en otros tiempos no descansará hasta dañarla no solo a ella, sino que también a sus descendientes, haciendo de esta una tragedia de gran envergadura.


Heatcliff es uno de los personajes mejor construidos que he leído jamás. Ese odio, ese salvajismo que profesa en sus diálogos, en ese querer ser implacable, es definitivamente genial. Mucho se ha especulado sobre una supuesta relación incestuosa entre Emily y su hermano Patrick Baranwell, quien murió joven debido a su adicción al opio y la bebida, la cual podría haber sido catalizador para la creación de un personaje como Heatcliff y, más interesante aún, para la estructura de su relación con su hermanastra Catherine. La novela plasma una idea sumamente interesante para la época: esa crítica social oculta, la advertencia de que quienes han sido maltratados por ser humildes pueden resurgir y cobrar venganza contra el mundo, porque nada ni nadie es lo suficientemente grande ni importante como para vencerlos. No, señor. Porque quien sepa cómo fue la vida de Emily Brontë y cómo fue que llego a escribir esta novela, entenderá que hay mucho de ella en sus personajes. Y eso es maravilloso, el dejarse llevar al momento de escribir y construir una obra tan poderosa como ésta, adelantarse a los tiempos, ser quien uno quiere ser sin importar que en esos sentimientos haya rencor o instintos que pueden ser tachados de inmorales o inadecuados para tu género o época. La obra de Brontë es un reflejo de cómo la autora sentía respecto a la sociedad victoriana, distanciándose de sus hermanas y del resto de los escritores de aquel entonces para tomar las riendas de su consciencia en una novela experimental que, sin lugar a dudas, nunca pasará de moda.


CITAS DEL LIBRO:Emily Brontë



  • Ningún sacerdote del mundo pintó jamás un cielo tan bello como lo hicieron ellos en su inocente charla; y mientras yo sollozaba y escuchaba, no podía menos que desear que estuviéramos todos allí reunidos y a salvo.


  • La gente soberbia fomenta sus propias penas.


  • Aquí viven más en la realidad, más en ellos mismos y menos superficialmente. Aquí creo posible un amor que dure toda una vida.


  • Nada me preocupa en la tierra, excepto la enfermedad de papá -contestó-. Nada encuentro comparable al amor que siento por él y nunca, nunca, ¡oh, nunca!, mientras tenga conocimiento de ello, efectuaré un acto o diré una palabra que le moleste. Le quiero más que a mí misma. Nelly, y lo sé por esto: todas las noches pido vivir más que él, porque prefiero pasar yo una pena que no la pasé él; eso prueba que le quiero más que a mí misma.


  • Él quería que todo reposase en un éxtasis de paz, y yo, por el contrario, que todo brillase y danzase como un ensueño de hadas.


  • El rostro de Cathy reflejaba el paisaje; el sol y la sombra resbalaban por él en la rápida sucesión; pero la sombra se posaba más tiempo y el sol era más fugaz y aquel pobre corazón, asociando estas alternativas a su amor filial, se reprochaba así mismo el pasajero olvido de sus desvelos.