El cuaderno de Maya – Isabel Allende
La última novela de Isabel Allende, editada el 2011, cuenta la historia de Maya Vidal, una chica estadounidense criada por sus abuelos que, a través de su diario de vida, recrea lo que han sido los últimos años de su vida y da los motivos de su encierro en la isla de Chiloé con Manuel, un viejo amigo de su abuela. Tras la muerte de su Popo, Maya se desvía y comienza un tortuoso camino cargado de drogas, mala compañía y baja autoestima. Con escenario principal en los barrios bajos de Las Vegas, Maya nos cuenta cómo se abandonó, historia que culmina con una búsqueda por parte de la policía norteamericana y de una banda de criminales que no descansarán hasta dar con la chica.
Maya llega a Chiloé con el objetivo de esconderse del mundo, y es en este lugar, tan tranquilo y con gente tan diferente a la que la rodeaba en su antigua vida, que comienza un proceso de búsqueda y crecimiento interior que le permite entender los por qués del pasado.
El cuaderno de Maya es una contraposición excelentemente lograda de la vertiginosidad de Las Vegas y la pasividad de Chiloé, donde Allende ironiza con la personalidad de los chilenos y sus costumbres -a mi gusto de manera muy acertada-, como suele hacer en sus libros. Lo que sí, a momentos no podía evitar saber que estaba leyendo a Isabel Allende, una voz madura y empapada de cultura, y no a Maya Vidal, una joven con una vida torbellino que dudo que en muchas ocasiones reflexionara como lo hace una persona que ya lleva toda una vida vivida, lo que sin duda quita verosimilitud al texto -aplaudo a la autora por la descripción de los pensamientos de Maya dedicados a Daniel Goodrich, el gringo estudiante de psiquiatría-. Otro punto en contra -y este es bastante personal- va ligado al tema político. El libro en sí se desvía mucho de lo que Allende suele hacer con sus novelas, lo cual agradezco en demasía porque la autora sale por completo de su zona de confort al ponerse en la piel de una joven drogadicta, narrando una historia que podría clasificarse dentro del género policial, si somos considerados. Ya pasados dos cuartos de la novela volvemos al tema político de siempre, infaltable en los libros de Allende, que no puedo negar, me quito bastante las ganas con las que ya estaba leyendo, porque era tan distinto a lo acostumbrado que pensé sería así hasta el final. Pero Isabel Allende no sería Isabel Allende si en sus libros no se reflejara el malestar político, ¿correcto? (obviando claramente la Trilogía del Águila y el Jaguar).
El cuaderno de Maya es un gran libro, fiel a la bibliografía de la autora, a quien admiro profundamente. Es una novela entretenida y diferente, con historias tan memorables como la de los Vampiros cuando luchan contra los pedófilos y otras que quedan para quien quiera leerlo. Como siempre, Isabel Allende no defrauda.
CITAS DEL LIBRO:
- Nunca había tomado una decisión amorosa tan atrevida. Llegó al edificio desafiando una ventisca helada, subió a la suite, se persignó para darse ánimo y tocó a la puerta. Eran las once y media cuando se introdujo definitivamente en la vida de Paul Ditson II.
- A mi Nini siempre le ha molestado el artificio de un final feliz en los cuentos infantiles; cree que en la vida no hay finales sino umbrales, se deambula por aquí y por allá, tropezando y perdiéndose. Eso de premiar al héroe y castigar al villano le parece una limitación, pero para mantener su empleo debe ceñirse a la fórmula tradicional, la bruja no puede envenenar impunemente a la doncella y casarse de blanco con el príncipe.
- Con buen tiempo puedo nadar sin partirme los huesos en el agua helada y broncearme un poco, aunque con cuidado, porque aquí la capa de ozono es tan delgada, que suelen nacer ovejas ciegas y sapos deformes.
- En eso sentí que me miraban y al levantar la vista me encontré con los ojos de Daniel Goodrich, ojos redondos color madera, ojos de potrillo. Sentí un espasmo de susto en el estómago, como si se hubiera materializado un personaje de ficción, alguien conocido en otra realidad, en una ópera o un cuadro del Renacimiento, de ésos que vi en Europa con mis abuelos.
- Ahora debo de estar floreciendo, por eso puedo reconocer el amor. Aquí, al sur del mundo, la lluvia todo lo vuelve fértil.
- Ahora entiendo por qué los amantes de la ópera y la literatura, ante la eventualidad de una separación, se suicidan o se mueren de pena. Hay grandeza y dignidad en la tragedia, por eso es fuente de inspiración, pero no quiero tragedia, por inmortal que sea, quiero una dicha sin bulla, íntima, y muy discreta, para no provocar los celos de los dioses, siempre tan vengativos.
- Me sumergí con pavorosa rapidez en esa dimensión miserable, violenta, sórdida, que existe paralela a la vida normal de una ciudad, un mundo de delincuentes y sus víctimas, de locos y adictos, un mundo sin solidaridad o compasión, donde se sobrevive pisoteando a los demás.
- Sin decencia, uno se desarma, se pierde la humanidad, el alma.
- La adicción está siempre al acecho, esperando su oportunidad.
BIOGRAFÍA DE LA AUTORA